martes, 7 de febrero de 2017

Buenos días, tristeza.





Adiós tristeza.
Buenos días tristeza.
Inscrita estás en las rayas del techo, 
Inscrita estás en los labios amados.
No eres la miseria misma,
Pues los labios más tristes 
te anuncian con una sonrisa.

Buenos días, tristeza.

-Paul Eluard




Es bien raro, rarísimo. Hace ya rato que no escribo... lo que pasa es que no estaba triste. Todo marchaba extrañamente bien. Poco de esto, poco del otro, mucho pasaba, poco hablaba. Pero iba "bien".

Solo escribo cuando estoy triste, es como para algunos el opio. No es cierto, la verdad solo parezco querer escribir cuando tengo algo de qué quejarme. Algo de mi vida que se ha vuelto aparentemente miserable y colérico.

Cuando me pinto de azul.


La primera vez que me puse triste estaba bien morra, tenía unos 4 o casi 5, yo calculo. Estaba en el kinder, eso lo recuerdo perfecto. Y habían estos cuatro escalones que conectaban los patios en donde jugábamos.  No me acuerdo a qué jugábamos, pero de la nada sentí un huequito, un vacío y unas ganas de llorar poco usuales. Y yo no sabía que eso era la tristeza, no sabía ponerle nombre, y no me molesté en contarle a nadie porque era raro pero no del todo molesto, pensé que sería pasajero.

Y recurrí a esos cuatro escalones, no le dije nada a nadie, dejé de jugar y me fui a sentar. Y el mundo no se paró porque yo dejara de jugar, y de pronto era como si me hubiera parado fuera del mundo, como si el tiempo no pasara en esas escaleras.

Me gusta pensar en esa historia por una sola razón, me dejaban estar triste agusto ahí. Y ahora que he crecido, me gustaría regresar y sentarme unos minutos ahí.



Y eso de crecer, eso no me ha gustado nada. Los amigos también te pueden romper el corazón.

Estoy divagando un chingo, pero es que así es cuando chillas y es de todo. A veces pasan tantas cosas, y hay poca gente que está para escuchar.
Son los momentos amargos que pasan por accidente, son cuestión de segundos y ya con eso te chingan toda la semana. Como cuando ya no piensas en ese alguien, y sin querer abres su Instagram (la cosa muy moderna), y te das cuenta de lo mucho que ha cambiado, que es feliz. Eso no es malo, pero tienes que, muy maduramente, bloquearlo por que eso fue doloroso. Y sí, lloras poquito.

Pero no le cuentas a nadie, es eso que te guardas y se mete entre los huequitos, entre las grietas de sus recuerdos. Y cuando vienes en el camión de regreso a tu home, no puedes pensar en otra cosa.

La primera vez que me puse triste estaba bien morra, y era más o menos fácil porque no lo entendía, ahora de a momentos de da por llorarle a todo, y si vieran como lloro con una amargura que me quema.

Cada mañana, cuando la parentela me lleva a la escuela, atascados en el periférico, a cierta hora la estación del Fonógrafo, pone la misma rolita de Serrat, un pedacito cada mañana. Esa que va como de "hoy puede ser un gran día, plantéatelo así aprovechar lo que pase de largo depende en parte de ti...", a veces yo misma me la canto cuando me entran las ganas de llorar.

Porque a veces son señales, a veces creo que solo estás. Estás en el momento para escucharlo, es un poco mágico. La radio te habla, más o menos...




A la mejor ninguna cosa tiene relación. A la mejor ya me acabé y conmigo se consumió lo que alguna vez pensé en escribir. Pero solo al escribir pude llorar lo que ya se me andaba derramando entre el metro y el bus. Entre descansos e idas rápidas al baño para calmarte poquito porque ya te quiere dar.

Mucha gente se me ha ido, justo hoy lo dimensioné.



Las señales no siempre funcionan, pudo haber sido un gran día, pero me chingué la rodilla. No es cierto, lo que me chingué fue la dosis de momentitos amargos que aguanto a la semana, y apenas es martes.

Y a la mejor sigue sin tener sentido, la queja de un millenial suFrido(a), pero es que he querido que las lágrimas salieran apenas llegué a casa y solo al sentarme a escribirlo he podido, y para estar segura de que voy a llorar hasta secarme, he puesto a Leonard Cohen.