Hoy fue un día nublado de a ratos. Mi hermana solía decirme que cuando no tengo nada que hacer me invento males que me hacen chillar, y claro, la tristeza me ha quedado cómoda por mucho tiempo, entonces todo se junta y todo, absolutamente todo pasa.
Así se estimula el dolor, así te abres las puntadas y metes un dolor nuevo, un quejido que te permita llorar donde ya habías sanado eso otro.
Llovió muchísimo y me dieron ganas de irme. De caminar horas y horas y perderme para así ocuparme.
ESTÁS LLORANDO POR UNA PENDEJADA.
Es la verdad, y no se trata de que “crees que es una pendejada pero no, y está bien”. O sea, UNA PENDEJADA.
Y de ahí te agarraste para seguir chillando. Existe esta sensación a la que no sé ponerle nombre, o no sé cómo se llama. Esa donde cinco segundos de ALGO te atormentan un ratoteeee. De cuando se te hacen mil nuditos en la garganta y te pesa en la boca del estómago y sientes que el corazón te aprieta.
Pero ‘ay va, ya está brotando la verdad y es que ahoritita entiendo esa francesita de José Revueltas de “estoy escribiendo y esa es mi manera de llorar” porque no saben cómo me ando jalando el moco de tanta chillada recién me senté a escribir.
¿Nunca les pasa que les duele despedirse de algo?
No algo que suene tan pendejo como un lápiz o así, pero por ejemplo cuando deben deshacerse de un disco porque ya está irreparable y les da el noséqué porque ay, the memories. El apego a lo material o a los recuerdos. Diría Doña Lucha “qué cosas tan feas es eso de los apegos”. No es un disco, ni un libro. No es pasar de año, ni cumplirlos. Y al mismo tiempo sí es. Es el tiempo es todo ese que se va, ajá, ya lo había escuchado eso de nadie vive en presente, todos viven en pasado o futuro y sus variantes, WHATEVER.
Y así, con otra frasesita que le escuché a Doña Lucha, me fui como hilo de media.
Cinco minutos de una plática, una mirada a una foto, una leída al post ese de Facebook. Y todo eso que no debiste ver y escuchar porque lo que te hace sentir hace que te vuelvas loco y que te atormente todo el día.
“How to deal with social anxiety” para Dummies.
Y desempolvas el dolor de esa amistad a la que le dejaste de hablar hace cuatro meses, y es bien raro porque solo te acordaste cuando caíste en la cuenta de que esa rola que traes en la cabeza todo el puto día es de su banda favorita, la que nunca escuchaste cuando te dijo. Y es como haberse aferrado a algo tan pendejo que te sientas a escribir un post sobre esto. Mucho mame millennial y la chingada.
Pero qué sigue, qué procede después del llanto y la queja. ¿Quién te de las cachetadas para que dejes de llorar por pendejas? Ya chole con que “es porque eres millennial” ya chole con estar triste.
YA CHOLE CON XIMENNA PILGRIM.
Ya basta de llorarle al tiempo, de sufrir tanto. Y qué pedo con los pedos de identidad.
Hoy llovió muchísimo y pensé en tu rola, camarada. Aquí sí hablo de ti y aquí sí escribo de ti porque no me da pena.
Y qué con las ganas de llorar, las cabronas.
Las de hoy que me aguanté todo el camino hasta cinco minutos de llegar a mi home. El cuerpo es sabio y llevaba horas esperando llegar al vacío. Llovía mucho y el taxi me dejó a unas cuadras, el auto ya no se movía y el don me veía bien raro por el espejo. Se me estaba escurriendo una lágrima y otra a nada de caer, se dio cuenta antes que yo…
Pero da igual, ¿no?
Porque cuando no tengo nada que hacer me invento males que me hacen chillar. Y me sentí enorme, y sentí nausea y vértigo.
“Ya quiérete” me dijo el otro día ese morrito con el que me ha dado por juntarme.
Estoy escribiendo, y esa es mi manera de llorar.
Con el nudo en la garganta y el asco de tanta suFrida ya maten a Ximenna Pilgrim
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